Dan Liberson tiene 36 años y hace diez que vive en el Estado judío. El hermano menor de su esposa fue una de las víctimas fatales del salvaje ataque de Hamas el 7 de octubre en el festival de música. “El cadáver era irreconocible”.
Infobae. 21 de Octubre.- Dentro de los brutales ataques de Hamas contra Israel, uno de los más inhumanos tuvo lugar en un festival de música al aire libre por la madrugada de ese fatídico sábado 7 de octubre. Allí, los terroristas palestinos masacraron a sangre fría a más de 250 jóvenes que habían asistido para bailar y pasar un buen rato. La violencia con la que los extremistas asesinaron a los civiles dificultó las tareas de reconocimiento de los cuerpos. A medida que pasaron los días, las familias fueron recibiendo las malas noticias. Históricamente, miembros del Ejército israelí se encargan de comunicar personalmente a cada familia si un pariente suyo es víctima de algún ataque terrorista. “Cuando nos avisaron que venían, ya lo supimos”, cuenta Dan Liberson, un argentino que perdió a su cuñado de 19 años en el festival de música Nova. El joven Or Jaim, que en hebreo significa “luz de la vida”, no tenía pensado ir esa noche a la fiesta, pero finalmente se decidió a hacerlo con una amiga. Ella también murió allí. “Lo quería todo el mundo. Siempre te saludaba con mucha presencia, te daba un abrazo como para que supieras que te estaba saludando. Era puro amor”, lo recuerda Dan, de 36 años.
¿Cuándo se enteraron de la muerte?
El festival fue el sábado 7. Hasta el jueves 12 no habíamos tenido noticias. Ese día recibimos un mensaje de WhatsApp de la hermana de mi esposa en el grupo de la familia que decía “vengan todos para casa porque viene el Ejército”. Antes de que nos dijeran algo, ya sabíamos lo que significaba eso. El Ejército dio permiso para tratar con los cuerpos a una agrupación que se llama Zaka. Son ellos los que después se los pasan a la organización que se encarga de los entierros. Nos dijeron que lo encontraron el mismo sábado a la noche, pero como había sido mutilado, profanado e incendiado, era irreconocible, a pesar de que tenía tatuajes. Les pidieron a los familiares de los desaparecidos que llevaran pruebas de ADN, alguna prenda de ropa o algo de la persona para identificarlo. Había muchos cuerpos que ni siquiera estaban desaparecidos, sino que simplemente eran inidentificables.
¿Cómo tomaron saber lo que los terroristas hicieron con el cuerpo?
El dolor más profundo es que murió. Toda la angustia que tuvimos durante la semana se ve reflejada en eso, en que murió. Yo me quedé en mi casa en Herzliya con mi bebé y mi esposa se fue con su familia a lo de mis suegros, en Rejovot. Después vinieron mis padres para acá y se quedaron con mi hijo para que yo pudiera ir a acompañar a la familia y al entierro, que fue el mismo jueves a la noche que nos comunicaron la noticia. Apenas me encontré con mi esposa, le pedí un poco de información. Me mira y se pone a llorar. “Lo maltrataron. Era irreconocible”. Esa es la parte más inhumana de toda la historia. Le recomendaron a toda la familia, especialmente a la mamá, que no vieran el cuerpo, porque acá no se entierra con cajón, sino que se hace envuelto en un talit (prenda judía en forma de chal utilizada en los servicios religiosos). Tanto los hermanos como la mamá querían verlo, pero finalmente decidieron no hacerlo porque sintieron que verlo en esas condiciones era como avergonzarlo. Eligieron recordarlo como era de verdad.
¿Cómo fue el entierro?
El jueves a la noche lo enterramos. Fue terrible. Era un pibe muy sociable, amiguero y bondadoso. Siempre ayudaba a todo el mundo. El entierro fue muy impactante porque era un pibe de 19 años y vinieron unas 1.500 personas aproximadamente, la mayoría jóvenes. Era muy conocido en la comunidad de Rejovot, la ciudad donde creció. Ver a padres enterrar hijos es una imagen que nunca quieres ver. En ningún momento te quieres conectar con la realidad. Lo difícil fue, una vez que lo enterraron, decirle a los padres “bueno, ya está, terminó, vamos”.
Por la tradición judía, ahora están de duelo.
Al día siguiente comenzó la shivá, el período de duelo en la tradición judía. Es una semana en la que la gente viene a tu casa para consolar a la familia. La municipalidad armó una carpa y se ocupó de traer comida todas las noches. En la religión judía, las personas que están de duelo no pueden hacer nada. La gente venía y hacía donaciones de comida y bebida también para acompañarlos durante toda la semana. Estamos hablando de cientos de personas por día, especialmente el domingo, porque como lo enterraron el jueves, el viernes y el sábado fue Shabat. El miércoles a la noche se organizó una cena multitudinaria en su honor antes de volver a la tumba para hacer un último rezo el jueves. Esta semana habrán pasado unas 8.000 personas para consolar a la familia. Cada persona que venía decía que era su segundo, tercer, cuarto, quinto o sexto entierro del día. La sensación de familia y comunidad en Israel es muy fuerte.
¿Cómo sigue su vida ahora? ¿Tenés miedo? ¿Pensaste en volver a Argentina?
El miedo está. Desde que comenzó la guerra hasta el día que encontraron el cuerpo de mi cuñado, no salí de casa. Preparé el refugio en mi casa, compré agua, comida…No salí. Ni siquiera fui a la plaza con mi hijo. No hice nada. Estos últimos dos días empezamos a sentir un poco de silencio. No sé si es porque Hamas se está quedando sin misiles o si es parte de una estrategia. Yo igual tengo muy claras las indicaciones de la unidad del Ejército que se encarga de cuidar a la población. Te dicen lo que se puede hacer y lo que no. Estoy muy atento a lo que dicen, siempre intentando mantenerme bien cuidado dentro de las circunstancias. El miedo a mí personalmente me hace estar más atento y prestar más atención. Si ahora me dicen “che, juntémonos a jugar al fútbol” digo que no. No voy a una cancha de fútbol donde no tengo un refugio cerca, donde no puedo protegerme. Tomo las decisiones más sabias posibles. No solamente el Ejército y el Estado de Israel te protegen, nosotros también tenemos que hacer nuestra parte para protegernos.
¿Y no les preocupa que los terroristas puedan estar infiltrados en el país?
El primer día, cuando vimos los videos de los terroristas de Gaza corriendo tierra adentro, el miedo era total. Cerramos las puertas, bajamos las persianas…. Cuando empezaron a encontrar los manuales que tenían los de Hamas, con toda la información de los kibutzim, la cantidad de personas que había en uno y las indicaciones a seguir, nos dimos cuenta que estaban organizados. Entonces puede que haya un grupo de 30 tipos que se saltaron esa parte y antes de que hubiera un chequeo policial que los frenara en la zona, se fueron bien tierra adentro y aparecen en cualquier momento. Hay una paranoia colectiva muy fuerte. Esto no es normal, no es es como cualquier otra guerra. A pesar de la falla de inteligencia que permitió este ataque, nosotros confiamos en el Ejército, en la gente que está a cargo de cuidarnos, porque ahora están más atentos que nunca. Entonces, si ellos te dicen que no hay filtraciones, que ya mataron a los responsables, que revisaron cámaras y vieron dónde están los terroristas sueltos, puedes confiar. De lo contrario, no se podría vivir.
Usted es guía de turismo. ¿Cómo sigue tu trabajo? Imagino que no hay mucho turismo en el país ahora…
No sé qué voy a hacer. El día anterior a los ataques había tenido un tour. El sábado me levanté a la mañana, me llama el chofer del tour y me dice “¿qué hacemos? Yo le digo “vamos al tour”. “Veo que todavía no te enteraste. Prende la televisión y llámame”, me contesta. Prendí la televisión, me enteré, llamé a los turistas y al chofer y les dije “se suspende todo”. Tenía tours de acá hasta febrero y se cancelaron todos. No sé cuándo ni cómo volveré a trabajar. Tendré que buscar algo alternativo hasta nuevo aviso para seguir dándole de comer a mi familia.