(EFE).- Al menos diez personas murieron el sábado y otras tres resultaron heridas -en su mayoría negras- en un tiroteo protagonizado por un joven blanco en un supermercado de la localidad estadounidense de Búfalo (Nueva York) que es investigado como un crimen de odio y un caso “de extremismo violento por motivos raciales”.
Los fallecidos se suman a los miles de muertos que cada año dejan los incidentes con armas de fuego en Estados Unidos.
Según la base de datos de la organización gunviolencearchive.org, hasta este 15 de mayo habían muerto un total de 15.934 personas por armas de fuego en el gigante americano.
De ellos, 7.024 corresponden a homicidios, asesinatos y asesinatos involuntarios y 8.910 suicidios. A ellos hay que sumar 13.064 heridos en los incidentes.
En cuanto a los tiroteos como el de ayer en los que murieron más de cuatro personas, su número fue de 9 incidentes que costaron la vida a 50 personas en lo que va de año.
Uno de los aspectos más dramáticos de esta violencia relacionada con las armas de fuego es la muerte de niños. Según la fuente citada, durante 2022 han muerto 15 menores de 11 años y 258 resultaron heridos.
En cuanto a los adolescentes, la cifra de fallecidos fue de 476 niños en la edad comprendida entre 12 y 17 años, y el de heridos de 1.181.
El suceso más grave durante el año en curso tuvo lugar el sábado en la ciudad de Búfalo, en el estado de Nueva York.
Un joven blanco, fuertemente armado y que llevaba puesto un casco militar con una cámara que estaba transmitiendo en vivo la acción en la plataforma Twitch, irrumpió en un supermercado de esa localidad y disparó indiscriminadamente matando a diez personas en lo que parece ser un ataque xenófobo.
El tiroteo guarda similitudes con el que el 23 marzo de marzo de 2021 dejó un saldo de diez muertos en un supermercado de Boulder, en el estado de Colorado, y dejó un saldo de diez muertos.
También con el ocurrido el 16 de marzo del pasado año en Atlanta, en el estado de Georgia, donde un atacante mató a ocho personas en tres salones de masajes asiáticos de la ciudad sureña.
Ese tiroteo también tuvo connotaciones xenófobas al estar dirigido contra una minoría racial y fue calificado como “crimen de odio”.
Históricamente uno de los primeros tiroteos de esta naturaleza tuvo lugar el 6 de septiembre de 1949, cuando Howard Unrue, veterano de la Segunda Guerra Mundial, asesinó en Candem (Nueva Jersey) a 13 personas de su vecindario porque, según él, le trataban como a un loco.
Posteriormente, el 1 de agosto de 1966, Charles Whitman, alumno de la Universidad de Texas y exmarine, disparó indiscriminadamente desde la torre de ese centro educativo después de haber asesinado horas antes a su madre y a su esposa. En total causó 17 muertos y 30 heridos.
Pero el más mortífero ocurrió el 1 de octubre de 2017. Ese día Stephen Paddock, un hombre de 64 años, disparó desde la habitación del hotel en el que se encontraba contra los asistentes a un concierto country en Las Vegas (Nevada) y mató a 59 personas antes de acabar con su vida.
Paddock ostenta el dudoso honor de ser el mayor asesino múltiple de su clase en la historia de Estados Unidos.
Entre las razones para explicar la abundancia de estos incidentes y su abultada lista de muertos en Estados Unidos, hay la gran tolerancia y facilidad para adquirir armas de fuego en muchos estados del país, incluidos subfusiles y armas de asalto.
Una cultura de las armas justificada por buena parte de la población, puesto que es un derecho amparado por la segunda enmienda de su Constitución.